El autismo
está ligado a los trastornos del espectro autista y el término “espectro” se
refiere a los síntomas, destrezas y nivel de discapacidad que se presenta en la
persona con este trastorno, así, agrupa un conjunto de alteraciones en la
conducta, la interacción social, la comunicación verbal y no verbal, y
comportamientos inusuales y repetitivos asociados a alteraciones cognitivas,
todas estas son características del TEA y forman parte de los denominados
Trastornos Generalizados del Desarrollo.
Para su
detección se usaban cuestionarios o instrumentos para recopilar información
sobre el desarrollo y el comportamiento de un niño. Una evaluación completa
incluía un psicólogo, un neurólogo, un psiquiatra y un patólogo del
habla-lenguaje para lograr un diagnóstico. Actualmente se emplean imágenes por
resonancia magnética (IRM) preparadas para detectar patrones microscópicos de
las conexiones cerebrales. Se ha encontrado que el circuito cerebral es muy
diferente en quienes padecen autismo, a comparación de las personas con un
funcionamiento cerebral regular, especialmente en zonas del cerebro
concernientes con el lenguaje, la función emocional y social.
Los
resultados con este método ayudan a hacer irrefutable el proceso de
determinación del autismo, dado que dependería de una prueba y no de una
evaluación subjetiva, esto, también ofrecería la posibilidad de diagnosticar el
trastorno más temprano, pudiendo ayudar a tratar a los niños afectados de forma
más resuelta y rápida y cuando puede ser más efectivo un tratamiento.
La
etiología del autismo presenta que la genética y el medio ambiente jueguen un
papel importante en los trastornos del espectro autista explicándonos que la
alteración-mutación en ciertos genes confiere susceptibilidad al TEA.
Los genes
implicados se relacionan con las proteínas que regulan la transcripción del ADN
o la traducción del ARNm. En general, afectan genes ligados a la creación
y sostenimiento de las sinapsis, a las transformaciones en las conexiones
sinápticas que ocurren en el aprendizaje, a la maduración del sistema nervioso
y al grado de desarrollo que adquieren ciertas regiones cerebrales relacionadas
con el discernimiento sensorial, comportamiento repetitivo y asimilación
de procesos cognitivos complejos.
De igual
forma el aumento del autismo en estas últimas décadas podría deberse a factores
ambientales y estilo de vida que afectan las interacciones ambiente-genes en el
útero, en la etapa postnatal y en el desarrollo del niño. Los factores de
riesgo son agentes infecciosos, medicinas, factores químicos ambientales, dieta
y estrés físico / psicológico. No obstante, ningún factor ambiental en
exclusiva explica el aumento de la prevalencia del autismo.
El tratamiento siempre irá dirigido a
intervenciones del comportamiento diseñadas para remediar síntomas específicos
y ajustados a las necesidades específicas de la persona. Las intervenciones
educativas y de comportamiento están orientadas a ayudar a los niños a
desarrollar habilidades sociales y del lenguaje, fomentando comportamientos
positivos y desalentando los negativos.
Obtenido de
YouTube sitio https://www.youtube.com/watch?v=wex4aLnDZVw&t=10s
Referencias:
-Wing, L
(2013). El autismo en niños y alumnos (p. 190-199). Paidos: México.
-Bases
biológicas del autismo. Noticias médicas. IntraMed (0ctubre 2017). Obtenido del
sitio Web: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=68703
-Información
general sobre autismo. (22 de Diciembre de 2015). Obtenido de sitio Web Autism
Society: http://www.autism-society.org/enespanol/